La elección de la candidata oficialista Dilma Rousseff como sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva en la presidencia de Brasil debe reforzar la estabilidad en América del Sur y mantener la buena relación con Estados Unidos, a pesar de las divergencias entre los dos países en varios temas de la agenda mundial.

La política exterior brasileña no debe sufrir grandes modificaciones con el nuevo gobierno, y ratificará la prioridad dada a los vínculos con sus vecinos de América del Sur, dijo el secretario de Relaciones Internacionales del Partido de los Trabajadores (PT), Valter Pomar, en vísperas de la elección.

«La política externa del gobierno Dilma será orientada por los mismos principios de la política externa del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. En la práctica, significa que una de las prioridades será la integración latinoamericana, en particular de América del Sur», dijo Pomar.

Para el PT, el protagonismo global de Brasil está fuertemente vinculado a su actuación regional y la integración con sus vecinos es al mismo tiempo importante para el éxito del proyecto petista en el ámbito nacional, considerando que, en el actual escenario de inestabilidad mundial, los bloques regionales son esenciales.

«El éxito en la lucha contra la injerencia externa y la constitución de un bloque fuertemente activo en el escenario internacional depende, en el límite, de una política sustentable y continuada de reducción de las desigualdades y asimetrías regionales», señala el documento de referencia sobre política internacional del PT.

Por esa razón, Brasil debe invertir en el desarrollo de sus vecinos más pobres, tomando en cuenta que detenta casi mitad del territorio, la población y el Producto Interno Bruto (PIB) de América del Sur.

Bajo ese prisma deben ser entendidas las negociaciones hechas con Bolivia por el gas y con Paraguay por la energía eléctrica de la planta de Itaipú, así como la disposición para negociar del gobierno brasileño con Argentina y Venezuela, entre otros.

«Brasil hizo una opción clara. No quiere ser un país próspero en medio a un conjunto de países pobres y desesperanzados en cuanto a su futuro. Altivez no es compatible con la solidaridad. Y la solidaridad también sirve al interés nacional», afirmó en un artículo sobre la política exterior el coordinador de la campaña de Rousseff, Marco Aurelio García.

La importancia dada a los países vecinos puede resultar incluso en la actuación de Lula da Silva en los asuntos regionales, ya que el presidente anticipó que ayudar a América Latina y Africa están entre sus prioridades para después de entregar el poder.

Un punto importante que estará en la agenda en el futuro próximo es la posible conclusión del proceso de adhesión como miembro pleno de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur), que sólo depende de la aprobación del Congreso paraguayo.

Si ese proceso se completa, se reforzará el papel conciliador de Brasil con relación al gobierno de Hugo Chávez, quien expresó públicamente su preferencia por la victoria de Rousseff por «continuar en la misma senda de la unidad suramericana y la liberación de nuestro pueblo».

La relación con Estados Unidos, por otra parte, debe continuar en los moldes actuales, de una alianza estratégica en que el país sudamericano se reserva autonomía decisoria.

«La relación de Brasil con Estados Unidos está definida por el principio de convivencia respetuosa, sin subordinación de ningún tipo», explicó Pomar.

En el último período, los dos países presentaron divergencias en temas importantes, como la crisis desatada por el golpe de Estado en Honduras, el acuerdos militar estadounidense con Colombia para el establecimiento de tropas en este país, los pedidos brasileños para Washington levante el embargo a Cuba, y especialmente la posición de Brasil frente a Irán.

Por iniciativa de Lula da Silva, un acuerdo fue firmado en Teherán en abril, con la participación de Turquía, para buscar una solución negociada a la polémica del programa nuclear iraní, pero la propuesta fue abortada por la aprobación en el Consejo de Seguridad de sanciones contra Irán a instancias de Estados Unidos.

En materia comercial también surgieron recientemente tensiones por los subsidios estadounidenses al algodón, que podrían haber resultado en represalias económicas por parte de Brasil, superadas tras un acuerdo provisional, así como por las altas tasas aplicadas por Washington a la importación de etanol brasileño.

A pesar de esas diferencias, el gigante sudamericano continúa siendo un aliado fundamental en la región para los Estados Unidos, que reconoce su papel estabilizador en un continente donde no faltan críticos al vecino del norte.

Fuente: argenpress.info

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